Desde el origen de la otredad artística, con un estilo informalista abstracto, su creación no trata de alejarse de la existencia, sino estrecharse. Acercarse a lo indivisible entre lo cierto e incierto a través de la manifestación de los sentidos; con la permanente esencia de la materia expresiva, pero en continuo movimiento dentro del crono. Hacia adentro del ábside, converge el universo. Ahí, se encuentra la intuición que sabe lo que la mente absorbe.
Samuel Rojas distingue al yo estético que responde a la experiencia para dejar huella y no a la inmediatez.
El objeto estético habla de lo que es, lo que ha sido y lo que será, siempre alusivo a la belleza. De esencia frágil, remite a la experiencia íntima no susceptible a explicación alguna; como el velamen expuesto al viento, hasta engarzar al encuentro del oportuno atolón.
Tamayo, se lee dentro de la Academia; la abraza.
Tamayo, se lee su nombre en Prometeo; llevando el fuego a los hombres, en el mural del edificio de la UNESCO en París.
Tamayo, se lee su nombre en serpiente y jaguar, en el vestíbulo del Auditorio “Jaime Torres Bodet” en el Museo de Antropología e Historia, Ciudad de México.
Tamayo, resplandece en la portada de la revista “Vuelta”, en su décimo aniversario.
Sumarse a este homenaje a Rufino Tamayo, es fluir con una actitud trascendente, siendo él, referente de la plástica moderna en la mitad del Siglo XX.
Sumarse al maestro oaxaqueño de nacimiento, es mirarlo tiempo atrás desde el presente; es reconocerlo mexicano y universal.
Abordar su rebanada de sandía como un ábside invertido, es unirse en la extensión de su brazo inequívoco y transformar el unto de pintura.
Es tomar un pedacito de su canción “florecita de ejote” y sentirse feliz.
– Lesley Labastida
Desde el origen de la otredad artística, con un estilo informalista abstracto, su creación no trata de alejarse de la existencia, sino estrecharse. Acercarse a lo indivisible entre lo cierto e incierto a través de la manifestación de los sentidos; con la permanente esencia de la materia expresiva, pero en continuo movimiento dentro del crono. Hacia adentro del ábside, converge el universo. Ahí, se encuentra la intuición que sabe lo que la mente absorbe.Samuel Rojas distingue al yo estético que responde a la experiencia para dejar huella y no a la inmediatez.
El objeto estético habla de lo que es, lo que ha sido y lo que será, siempre alusivo a la belleza. De esencia frágil, remite a la experiencia íntima no susceptible a explicación alguna; como el velamen expuesto al viento, hasta engarzar al encuentro del oportuno atolón.
Tamayo, se lee dentro de la Academia; la abraza.
Tamayo, se lee su nombre en Prometeo; llevando el fuego a los hombres, en el mural del edificio de la UNESCO en París.
Tamayo, se lee su nombre en serpiente y jaguar, en el vestíbulo del Auditorio “Jaime Torres Bodet” en el Museo de Antropología e Historia, Ciudad de México.
Tamayo, resplandece en la portada de la revista “Vuelta”, en su décimo aniversario.
Sumarse a este homenaje a Rufino Tamayo, es fluir con una actitud trascendente, siendo él, referente de la plástica moderna en la mitad del Siglo XX.
Sumarse al maestro oaxaqueño de nacimiento, es mirarlo tiempo atrás desde el presente; es reconocerlo mexicano y universal.
Abordar su rebanada de sandía como un ábside invertido, es unirse en la extensión de su brazo inequívoco y transformar el unto de pintura.
Es tomar un pedacito de su canción “florecita de ejote” y sentirse feliz.