Todo es culpa de la Luna,
cuando se acerca demasiado a la Tierra todos se vuelven locos.
William Shakespeare
Luego de pintar decenas de lunas a lo largo de su carrera, el artista multidisciplinario Rolando Rojas (1970) creó Azul sandía, una monumental luna con la que se unió al “Homenaje Rufino Tamayo a 30 años de su fallecimiento”, que consiste en una amplia exposición colectiva y pública que inició en la ciudad de Oaxaca en octubre de 2021 y que se presentará en otras ciudades de la República.
En Azul sandía destacan una gran luna construida a partir de gradaciones en blanco y múltiples figurillas ligeramente oscuras que brotan de un luminoso fondo azul. El resultado denota cómo en esta etapa de su producción, Rojas reduce las formas figurativas a rasgos básicos y cómo para él el color es determinante en el tratamiento plástico.
En esta obra creada con esmalte automotriz vemos una luna llena rodeada de más de veinte pequeñas trompetillas, las cuales, según la iconografía propia del artista, son abejas, que en este caso bien podrían evocar una mezcla entre la vida humana, lo vegetal y lo animal, frente a un ambiente imaginario.
Trabajada con el mismo tema por ambos lados de la escultura de resina (1.10 x 2 m) que funciona como soporte, en Azul sandía Rojas presenta un paisaje muy personal donde sólo prevalecen tonos blancos y azules que, en su conjunto, revelan la libertad y madurez alcanzada por el artista en el manejo del color y la composición. Así, una afable y delicada pintura sobre el satélite natural de la Tierra nos sumerge en una libre y lúdica asociación de ideas en la que, con fluidez, la protagonista de importantes hitos de la Historia Universal (como lo fue la llegada del hombre a la Luna), deviene un cuerpo celeste profundo, pero alegre.
La llana belleza de la composición facilita que el público se deje llevar por la calma de la noche estival que el creador sugiere. Y, congruente con el afán de Rojas de crear escenarios pictóricos en los que la imaginación se solace con serenidad, Azul sandía transmite que lo bello puede ser también sencillo. Y es precisamente en lo simple de la composición donde reside la fortaleza de Azul sandía; pues, esta obra, además de ser muy sensual, posee musicalidad. Así, su horizonte se abre hacia nosotros, los espectadores: quienes, según nuestros conceptos y experiencias acabaremos de darle sentido a la obra.
– Ingrid Suckaer