Muchas personas se han preguntado ¿por qué sandías? ¿por qué Tamayo pintó sandías? Las sandías son prefiguraciones imaginarias de alguna esencia de “lo mexicano” y las sandías son una clave simbólica al universo indígena, esa cosmología de la conectividad a las grandes y profundas verdades. La tierra y el humano son parte de esa verdad y se entretejen en el arte de Cecilio Sánchez de la misma manera que lo hicieron para Tamayo, en cuyo Taller de Artes Plásticas se formó Sánchez en los 1970s.También sentimos el espíritu del mundo en la naturaleza a través de objetos cotidianos. La celebración de sitio, de identidad es algo que el artista e impresor Cecilio Sánchez porta como una máscara como si él fuera un eterno danzante.
Para celebrar el 30 aniversario luctuoso de Rufino Tamayo, Sánchez participó en la exhibición de una serie de esculturas en forma de sandía pintadas que se mostraron en la Plaza de la Danza junto a la Basílica de Nuestra Señora de la Soledad en Oaxaca.
Rufino Tamayo trajo la experiencia de Oaxaca al mundo y llevó a una generación de artistas, incluyendo a Cecilio Sánchez, en un viaje de descubrimiento metafísico. Ese viaje involucró el color y las sencillas constelaciones de las cosmologías mayas y zapotecas.
La naturaleza y el mito existen en las máscaras de Cecilio Sánchez, en sus pinturas, en sus amates y su cerámica. Originario de San Jerónimo Yahuiche, agencia municipal de Atzompa, cerca de Oaxaca, Sánchez es un pintor oaxaqueño. Hay ecos de los antiguos Tlacuilos, zapotecos y mixtecos en las increíbles fusiones de tierras de Cecilio Sánchez. Un valle o una montaña pueden ser una mujer, un hombre o un animal o todos los anteriores. Estas leyendas visuales no son inmutables. Como historias, fluyen como un río. Las imágenes flotan como si el aire mismo contuviera los recuerdos de otros lugares, otros tiempos.
Sandías con seres cósmicos ¡es una sandía con una diferencia! Aquí el paisaje del fondo persiste como un océano en medio de una serie fantástica de elementos; dos mujeres flotando, un cóndor o águila, un jaguar, una concha, la luna, un perro… Todos estos elementos presentan un universo de lo imaginado en un paisaje que es al mismo tiempo real e imaginario. Es una cosmología que es parte de una realidad vernácula y familiar si la cultura se enraizara en la tierra. Cerca de Oaxaca la tierra es o parece ser algo eterno. Es un teatro.
Al otro lado de la Sandía con seres cósmicos de Sánchez el color rosado de la sandía resuena con una máscara ceremonial para traer el círculo completo de Tamayo al presente a través del tributo de otro artista. Hay manos abiertas como ofreciendo algo y una cara como una máscara. Una serpiente y un animal con garras se enfrentan en el tiempo.
La intensidad del diálogo de Cecilio Sánchez con el color y el lugar siempre está presente. La materia tiene una voz. El color tiene una voz. La pintura de Sánchez es un tributo a la memoria ancestral en un tiempo en que el diálogo con el pasado es más importante que nunca.
Un universo se convierte en un universo y un lugar en un lugar que compartimos en memoria de Rufino Tamayo.
– John K. Grande
Muchas personas se han preguntado ¿por qué sandías? ¿por qué Tamayo pintó sandías? Las sandías son prefiguraciones imaginarias de alguna esencia de “lo mexicano” y las sandías son una clave simbólica al universo indígena, esa cosmología de la conectividad a las grandes y profundas verdades. La tierra y el humano son parte de esa verdad y se entretejen en el arte de Cecilio Sánchez de la misma manera que lo hicieron para Tamayo, en cuyo Taller de Artes Plásticas se formó Sánchez en los 1970s.También sentimos el espíritu del mundo en la naturaleza a través de objetos cotidianos. La celebración de sitio, de identidad es algo que el artista e impresor Cecilio Sánchez porta como una máscara como si él fuera un eterno danzante.
Para celebrar el 30 aniversario luctuoso de Rufino Tamayo, Sánchez participó en la exhibición de una serie de esculturas en forma de sandía pintadas que se mostraron en la Plaza de la Danza junto a la Basílica de Nuestra Señora de la Soledad en Oaxaca.
Rufino Tamayo trajo la experiencia de Oaxaca al mundo y llevó a una generación de artistas, incluyendo a Cecilio Sánchez, en un viaje de descubrimiento metafísico. Ese viaje involucró el color y las sencillas constelaciones de las cosmologías mayas y zapotecas.
La naturaleza y el mito existen en las máscaras de Cecilio Sánchez, en sus pinturas, en sus amates y su cerámica. Originario de San Jerónimo Yahuiche, agencia municipal de Atzompa, cerca de Oaxaca, Sánchez es un pintor oaxaqueño. Hay ecos de los antiguos Tlacuilos, zapotecos y mixtecos en las increíbles fusiones de tierras de Cecilio Sánchez. Un valle o una montaña pueden ser una mujer, un hombre o un animal o todos los anteriores. Estas leyendas visuales no son inmutables. Como historias, fluyen como un río. Las imágenes flotan como si el aire mismo contuviera los recuerdos de otros lugares, otros tiempos.
Sandías con seres cósmicos ¡es una sandía con una diferencia! Aquí el paisaje del fondo persiste como un océano en medio de una serie fantástica de elementos; dos mujeres flotando, un cóndor o águila, un jaguar, una concha, la luna, un perro… Todos estos elementos presentan un universo de lo imaginado en un paisaje que es al mismo tiempo real e imaginario. Es una cosmología que es parte de una realidad vernácula y familiar si la cultura se enraizara en la tierra. Cerca de Oaxaca la tierra es o parece ser algo eterno. Es un teatro.
Al otro lado de la Sandía con seres cósmicos de Sánchez el color rosado de la sandía resuena con una máscara ceremonial para traer el círculo completo de Tamayo al presente a través del tributo de otro artista. Hay manos abiertas como ofreciendo algo y una cara como una máscara. Una serpiente y un animal con garras se enfrentan en el tiempo.
La intensidad del diálogo de Cecilio Sánchez con el color y el lugar siempre está presente. La materia tiene una voz. El color tiene una voz. La pintura de Sánchez es un tributo a la memoria ancestral en un tiempo en que el diálogo con el pasado es más importante que nunca.
Un universo se convierte en un universo y un lugar en un lugar que compartimos en memoria de Rufino Tamayo.